Y tú también debes morir,amado polvo,
y de nada te servirá toda tu belleza;
esta mano inmaculada y vital,esta cabeza perfecta,
este cuerpo de fuego y acero,ante el vendaval
de la muerte,o bajo su helada otoñal,
será como una hoja,estará no menos muerta
que la primera hoja que cayó...,esta maravilla desapareció,
alterada ,enajenada,desintegrada,perdida.
Tampoco mi amor te servirá cuando llegue tu hora.
Pese a todo mi amor,te levantarás
por encima de ese día y vagarás por el aire
a tientas,como la flor desatendida,
y no importará cuan hermoso hayas sido,
ni cuan querido por encima de todo lo demás que muere.
(soneto dedicado al poeta Arthur Davidson Ficke )
según la versión que aparece en Edna St.Vincent Millay - Belleza salvaje - Nancy Milford - Circe - Barcelona - 2003 - Traducción de Beatriz López-Buisán.
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