martes, 25 de octubre de 2011

RODRIGO SEBASTIÁN VERDUGO (SANTIAGO DE CHILE,1977)



PRIMER ANUNCIO


Nos descarna la noche y se nos pegan  todos los vuelos
Las manos han quedado abiertas
Para demostrar que los vientos han errado
Oyes esa harapienta vibración, si es la nuestra y es mejor ignorarla
Somos borrosos para los dioses tanto como ellos lo son para nosotros
Vamos vestidos con agujas quemadas, agotamos el primer ojo
Para que guardar memoria,
Si solo hay viento y agua operando en el brote de los seres inviolables
Las memorias alzaron la luz como limite primitivo
Habrá veces en que nos echen fuego o niebla encima
Para distinguirnos de eso que hubo entre el cielo y la copa del derrumbe.
Nadie ha descubierto nuestra cofradía,
Porque hablamos un idioma en clave
Entre la bruma accidentada y los lechos mancos
Llevamos atada a la espalda la quimera investida de cera.
Esta mañana se levanto el polvo,
Atisbo esa continuidad que se asoma al día
Un tiempo accesible del que se sale con pies de silbidos hacía las casas
Para entrar y salir de ellas, golpear las puertas mientras abren
Y no es nadie
Mientras vuelven a golpear y de nuevo abren y de nuevo no es nadie
Pero alguien hace cálculos, sumas y restas con esos golpes y comprueba
Que el mensajero fue cubierto por constelaciones marinas y anillos venenosos 
Y llama a las líneas a advertir
Que las manos del cielo se basan en las retenciones.
Él con nosotros hace una sola cadena, esa sola cadena que hacemos
Con los ángeles que crecen hacia abajo en retribución  a la madera
Con las animas genitales que marcan con oxido de zinc sus territorios
En los muros de las cavernas, ahora son distintos los umbrales,
Como el agua que se desengaña
Un renegado magnetismo nos enmascara,
Bañamos las armas en el leproso centelleo
El espacio que ocupamos dentro de la noche se vuelve niebla
Niebla que codicia la fragmentación del cuerpo.
Es mejor ignorar que nuestras raíces se abandonaron a cielos equivocados
Que al nacer interrumpimos a esas serpientes
Que son las herramientas de la tempestad
Es mejor no guardar memoria, todos vivieron bajo una lámpara culpable
Lo sumergible del mar primero fue hecho en el cielo
Miramos hacia atrás y vemos al fulgor derribar una hilera de días.
Es otra la mirada como la del hombre que se mira fijamente en la mujer
Y descubre que ha convivido con el relámpago
Que encamina a la sangre hacia un camino invisible
Con la clave que castiga las piedras, para que la luz se quede a solas con la muerte.
Descubre que ha agitado pájaros y espejos para que el infierno envejezca
Descubre que ha dejado cubierto de brisas el árbol sexual que releva a la muerte
Descubre que dos temblores se quedaron para siempre frente a frente.




SEGUNDO ANUNCIO



Se conectan mangueras al cuerpo para tragar agua de mar día y noche
Y así enloquecidos partir a la guerra
Que hay entre derrumbes y desdoblamientos
Son de la familia del hombre
Que alimentaba embriones astrales con tinta
Sus ecos llevan alcohol a la estrella, convierten en piedra pómez los cruceros.
Los están urdiendo desde lejos,
Por eso sienten la angustia que rodea al rayo
Llevan tierra a los espejos
Para ver si ella es la medida de la resurrección,
Están preparando un largo festejo,
Como vidrios que buscan una fibra oblicua
Nada pueden contra ellos, ni los exorcismos marinos que ahora bajan por las ventanas
Ni esa arena invisible donde permanecen las ataduras.
Se van hiriendo y esas cicatrices
Van diferenciando esos enarbolados contactos que hay entre la luz y el aire
Nos hacen lejano el cuerpo,
Cercana la incógnita de la que brotan las aguas
Ponen la nube trepadora al lado del instrumento espumoso
Ahora dicen: “Enjaularemos la sangre, no sin antes preguntarle
Si cielo o mar a la huella”, es que tantos resplandores nos han sido vedados,
Desde que las puertas volaron en busca del día,
Desde que el agua tiene la muerte en alto
Refulge como nunca el hilo que detuvo al diluvio
Y ellos partieron en busca de emblemas para la tierra
La seca estrella puso cuerpos acalambrados en el camino.
Los están urdiendo desde lejos y avanzan y avanzan
Encierran fuego en las estrellas para hacer reñir a las aves
Son reclamados como esas banderas o seres sin cabeza
Que hacen piar la imantación
Aunque todo parezca perfecto fijo e indisoluble
Todas las tardes raspan sangre seca de pájaro
Por el bien de todas las estructuras.
Partieron en busca de emblemas para la tierra,
De ese arraigo titilante que esta en vías de ser un internado
De cisnes mortíferos donde se entra a darse esos roces enrejados  
Que hay entre los espermatozoides y el anticristo
Seres turnios hacen maderos a la orilla del camino
Se ajustaron los astros a un hilo de sangre.
¿Qué harán esta noche que los estoy mirando?
Tendrán una muerte con contornos de aire o agrandaran el anillo
O conseguirán un cadalso glúteo, o solo esperaran el día,
Porque siempre en el día tendrán la edad de los árboles,
Y dicen: “A partir de este rayo cada herida tendrá la edad de los árboles”
Por eso nosotros bebemos y nos alumbramos
Pero aguas y luces se abstienen de nuestra postrera desnudez.
Todo esto ya no esta ni siquiera en la larvada oscuridad
De quien ha cerrado todas las puertas,
Y esperado que los vidrios muestren aires sucesores.      
Tocamos el dolor de los animales en los abismos nuevos
Después el cielo solo reflejo nuestra afinidad con las piedras.



 del libro inédito Anuncio

lunes, 10 de octubre de 2011

OCTAVIO SMITH (CUBA,1921 - 1987)



Lluvia en septiembre



Llueve una clara ruina silenciosa,
un vasto cuerpo mana,se disuelve
con dulce gravedad de persuadido.
Llueve una danza pálida,un arpa sucia y tierna,
agrupa el día enfilatura pobre
su dorada casta derruida.
Llueve Septiembre como un rey manchado.
Asolado y escueto va añadiéndose
como quien cede airosa púrpura a la turbia
prisión del cortinaje disolvente.
Mundo flechado por la muerte,por un acre
desmenuzarse tibio y embriagado.
Finas escorias linajudas llueven.
Como después del baile retornamos
a casa junto al alba agria,
como el solitario por los vidrios
del café en la plaza de marchita
eternidad desierta,
mira escurrirse cartelones
de la reciente fecha ilusionada
bajo el atroz lavado caricioso,
así me abstengo de enjuiciar,asisto
grave y como pensando en otra cosa.
Noble sustancia bien amada cae,
paredes grano a grano covenciéndose,
son de apacible desvarío de ancianas
en los secretos aposentos.
Llueve y una muchacha que se aliaba
con cabellera y ojos de inaudito
reposo grávido a la noche,
no es en mis sienes nada porque llueve,
y nada es sino el eco que intenta
mi paladar en vano,
encogido piar helándose
porque a qué indagar detrás de la espesura
cenicienta y fanática,fiel,organizado
boscaje de la lluvia,porque un vago,
mullido,adormeciente horror se esparce
granado de baldías miradas,
taciturno de pálidas ortigas.


del libro Crónicas (1974) según la versión que aparece en Los poetas de Orígenes - Selección,prólogo,bibliografía y notas de Jorge Luis Arcos (Cuba,1956)- Fondo de Cultura Económica- México - 2002

sábado, 8 de octubre de 2011

TOMAS TRANSTÖRMER (SUECIA,1931)

 

 

Preludium



Despertar es un salto en paracaídas del sueño.
Libre del agobiante torbellino, se hunde
el viajero hacia la zona verde de la mañana.
Las cosas se encienden. Él percibe —en la vibrante
postura de la alondra— las oscilantes lámparas subterráneas
del poderoso sistema de las raíces de los árboles. Pero a fl or
de tierra
—en abundancia tropical— está el verdor
con los brazos al aire, en escucha
del ritmo de una bomba invisible. Y él
se hunde hacia el verano, se descuelga por
el cráter cegador, hacia abajo
a través de grietas de edades verde-húmedas
palpitantes bajo la turbina del sol. Así es detenido
este viaje vertical por el instante y las alas se ensanchan
hasta ser la quietud del gavilán sobre aguas torrenciales.
Tonos desamparados
de las trompetas de la Edad de Bronce
cuelgan sobre el abismo.
En las primeras horas del día, la conciencia puede abarcar
el mundo
como la mano oprime una piedra entibiada por el sol.
El viajero está bajo el árbol. ¿Se extenderá,
después de la caída por el torbellino de la muerte,
una gran luz sobre su cabeza?

 

 

Las piedras



Oigo caer las piedras que arrojamos,
transparentes como cristal a través de los años. En el valle
vuela la confusión de los actos
del instante, vociferantes, de copa
en copa de los árboles, se callan
en un aire más tenue que el presente, se deslizan
como golondrinas desde una cima
a otra de las montañas, hasta
alcanzar las mesetas ulteriores,
junto a las fronteras del ser. Allí caen
todas nuestras acciones
claras como el cristal
no hacia otro fondo
que el de nosotros mismos.


de El cielo a medio hacer ,Traducción Roberto Mascaró (Uruguay,1948)

jueves, 6 de octubre de 2011

CARLOS DE ROKHA (CHILE,1920 - 1962)

CASCADA DE COPA


Escribid mi nombre en el libro de la noche
Donde yo anuncio la venida de un océano más negro
A la caída de los pájaros que han perdido sus alas
Sobre los follajes en que sangra el sol
Es preciso saber sonreír a cualquier precio
Ser el paseante de un bosque de árboles negros y blancos.
Las araucarias puede servirnos de puentes levadizos
O de lo contrario todo estaría perdido
Al borde de un espejo sin fondo
Donde un gran pájaro de nieve imita las cascadas
Decidme
Dónde hay una reina que devore el corazón del prisionero
Decidme
Cuántos ángeles pueden nadar en una gota de agua

miércoles, 5 de octubre de 2011

OMAR CASTILLO (MEDELLÍN,COLOMBIA,1958)



De Romance de la ciudad

I

Mis sueños hacen impacto,
m i s s u e ñ o s, hacen im pac to,
mi ssueño s, hac en, impacto,
y no todo lo que brilla se hace realidad
sobre una valla que arenga la costumbre,
como tampoco es verdad que no hay
nada nuevo bajo una lámpara o el sol,
ave
avería
aveherida
en la superficie lineal del eco,
en la protuberancia de su hocico,
porque del dicho al hecho
en la promiscuidad del habla
herida y salada, salada y servida,
participa la imprecisión de la palabra
precisa para nombrar el acontecimiento
de la palabra que en una acepción
versión es y otras,
tantas como las veces que un botón
c r u z a e l o j a l
abotona una camisa comunitaria,
que es igual a como el viento
labra una roca o el agua agu aa gu a
produce vacíos en una piedra
engarzada al río,
como una letra al abecedario,
o de un cometa la estela,
o lo que arrastra un torbellino
y espectra al desierto como sobre una página
al paso de cada una de sus síl aba s
como raíces de agua que se desprenden
del universo del habla
al universo de la escritura,
hendidura,
r a í c e s comosi

mis sueños en el habla hicieran impacto
y en la escritura hicieran pacto,
candente imprecisión o lava
que en cualquier presente
se compacta asumiendo la forma
de lo por ella abrasado

r a í c e s como si

narraciones calcinadas,
ceniza montones de palabras,
gestos que en su dicción
corresponden más con el abismo
que se desploma en sí mismo como respuesta,
que con el silencio que siempre será
magma, caldo de origen,
soñeus en el habla

r í o q u e s u e n a
encarnando la elíptica del eco
no sumiso, no entregado a la costumbre,
tampoco inclinado a las especulaciones
del prístino origen o lo que es igual,
el eslogan de moda que rige el habla
y las maneras de ser en las cuadrículas,
únicamente engrosando las filas del salario
como muñones estampados para el por ve nir,
criaturas hospedadas en las vallas
consumiendo el eslogan de sus días y noches



XIII

Nos familiarizamos para aprender a caminar
con una piedra en el zapato,
y sin ella, la costumbre se nos hace intransitable;
La infancia se resuelve en el lugar donde
suceden los años finales de su dueño;
¿Cuántos muertos aguardan a la entrada de
mi casa?
Por los huecos de sus bocas, nítidos orfebres
hacen que suene la flauta;
Las lenguas “muertas” son la sustancia que
nutre las palabras en el romance de hoy;
Sucede el estallido, la flor impredecible que
recoge y fragmenta,
¿cuántos aún recitan de memoria el abecedario?

Contra ese cromo repetido que es lo doméstico
la palabra puede hacer viva la realidad;
No más agua, dice el mensajero mientras
evoca sus otras jornadas,
y extiende el brazo empuñando un arma de fuego;
Quienes obedecen la costumbre, reciben los
beneficios de la costumbre;

Silencio, silencio, agua para lavar los huesos,
la memoria,
sentada, parecida al busto que exhibe la cabeza
rota de un hachazo, alicia la galletera,
alicia la galletera, en su puesto de venta,
la cara toda pintarrajeada, se comporta;
Que llueva que llueva alicia la galletera viene
en la memoria,
entonces, ¿quién pondrá a salvo nuestras
caparazones?
¿el hueso al ser lavado nos indicará una señal?

Cae el olvido que es una tarde mañosa y en
este romance,
sólo hablan y hablan de cómo conseguir trabajo;
Que llueva que llueva alicia la galletera viene
en la memoria,
con mayor salario, más seguridad social y un
mayor chorrito de vida;
Mientras otros cuentan en sus dedos la música
que resta después de la explosión
de una granada de fragmentación



XVIII

Uno se vuelve piedra y se pasa toda la existencia
construyendo un blanco,
o, siendo el blanco en un montón de piedras,
entonces empieza el paraíso;
Cada sílaba edifica esa complejidad que se apila,
esa mano de impulso contundente que revierte
su impacto y contiene
el irrecusable destino de una herida o cicatriz;
Mal haya el habla o tan siquiera el murmullo
de la queja o sus alrededores;
¿Uno está lleno de silencio en la piedra?
Lo cierto es un lugar común y anfibio,
empero, sólo se lo enumera o describe en las
heces o en la descendencia,
igual en lo sólido cuando el sol invierte sus
excrecencias;
Descendientes ¿las piedras guardan nuestra
memoria?

Una cabrita ética pelética peluda tuvo tres hijitos
éticos peléticos peludos, verdad que sí, verdad
que no;

No se imprime en el mismo sitio dos veces la
huella;
En ocasiones la piedra se hace polvo sin contener
su impacto o destino, antaño;
No siempre los cabos están atados o sueltos
como es usual, como es normal;
Un arrume acosa, un arrume que recuenta y
parece que no cesa, un arrume;

Es verdad que tú te quieres salir de aquí


( de Obra poética 2011-1980)