lunes, 10 de noviembre de 2014

JAIME SAENZ (BOLIVIA, 1921 - 1986 )



La Noche  (fragmento)



Extrañamente la noche en la ciudad, la noche doméstica, la noche oscura:
la noche que se cierne sobre el mundo: la noche que se duerme y que se sueña, y que se muere; la noche que se mira,
no tiene que ver con la noche.
Pues la noche sólo da en la realidad verdadera, y no todos lo perciben.
Es un relámpago providencial que te sacude, y que, en el instante preciso, te señala un espacio en el mundo:
un espacio, uno solo;
para habitar, para estar, para morir -y tal espacio de tu cuerpo.



Pues existe un mandato, que tú deberías cumplir,
en homenaje a la realidad de la noche, que es la tuya propia;
aun a costa de renunciamientos imposibles, y de interminables tormentos,
deberás decir adiós y recogerte al espacio de tu cuerpo.
Y deberás hacerlo sin importar el escarnio y la condena de un mundo amable y sensato.
Es de advertir que miles de miles de mortales se recogen tranquilamente al espacio de sus respectivos cuerpos,
día tras día y quieras que no, al toque de rutilantes trompetas, y en medio de lágrimas y lamentos;
pues en realidad recogerse al espacio del cuerpo es morir.
Pero aquí no se trata de morir.
Aquí se trata de cumplir el mandato; y por idéntica razón, habrá que vivir.
Y tan es así, que no se podrá cumplir el mandato, sino a condición de recogerse al espacio del cuerpo, con el deliberado propósito de vivir.
Lo cierto es que aquel que acomete tan alta aventura no hace otra cosa que ocultarse de la muerte,
para vislumbrar así la manera de ser de la muerte.



¿Qué es la noche? – uno se pregunta hoy y siempre.
La noche, es una revelación no revelada.
Acaso un muerto poderoso y tenaz,
quizá un cuerpo perdido en la propia noche.
En realidad, una hondura, un espacio inimaginable.
Una entidad tenebrosa y sutil, tal vez parecida al cuerpo que te habita,
y que sin duda oculta muchas claves de la noche.



Cuando pienso en el misterio de la noche, imagino el misterio de tu cuerpo,
que es sólo una manera de ser de la noche;
yo sé de verdad que el cuerpo que te habita no es sino la oscuridad de tu cuerpo;
y tal oscuridad se difunde bajo el signo de la noche.
En las infinitas concavidades de tu cuerpo, existen infinitos reinos de oscuridad;
y esto es algo que llama a la meditación.
Este cuerpo, cerrado, secreto y prohibido; este cuerpo, ajeno y temible,
y jamás adivinado, ni presentido.
Y es como un resplandor, o como una sombra:
sólo se deja sentir desde lejos o en lo recóndito, y con una soledad excesiva, que no te pertenece a ti.
Y sólo se deja sentir con un pálpito, con una temperatura, y con un dolor que no te pertenece a ti.
Si algo me sobrecoge, es la imagen que me imagina, en la distancia;
se escucha una respiración en mis adentros. El cuerpo respira en mis adentros.
La oscuridad me preocupa –la noche del cuerpo me preocupa.
El cuerpo de la noche y la muerte del cuerpo, son cosas que me preocupan.


Y yo me pregunto:
¿Qué es tu cuerpo? Yo no sé si te has preguntado alguna vez qué es tu cuerpo.
Es un trance grave y difícil.
Yo me he acercado una vez a mi cuerpo;
y habiendo comprendido que jamás lo había visto, aunque lo llevaba a cuestas,
le he preguntado quién era;
y una voz, en el silencio, me ha dicho:
Yo soy el cuerpo que te habita, y estoy aquí, en las oscuridades, y te duelo, y te vivo, y te muero.
Pero no soy tu cuerpo. Yo soy la noche.



Nadie podrá acercarse a la noche y acometer la tarea de conocerla,
sin antes haberse sumergido en los horrores del alcohol.
El alcohol, en efecto, abre la puerta de la noche; la noche es un recinto hermético y secreto,
que se hunde en lo hondo de los mundos,
y no se podrá mirar en sus adentros, sino por la vía del terror y del espanto.
Además, existen ciertas afinidades con lo oscuro; y quien no las tiene, jamás podrá acercarse a la noche.
Tales afinidades prosperan bajo un signo que podría parecer inconsistente al no iniciado;
pero este signo es ya de por sí indicativo, y lo constituye un extraño y permanente temor de caer en el camino.
De ahí que el iniciado en los secretos de la noche, camine siempre con cautela,
como si de súbito hubiera enceguecido, o hubiera perdido la noción del espacio.
Y es éste en realidad un caminar en las tinieblas
—es de hecho un caminar en el seno de la noche.
Pues el iniciado habrá perdido la luz para siempre,
aunque, por otra parte, podrá encontrarla el momento que lo desee,
dispuesto como está a pagar el alto precio que se le exige.
Pues para el hombre que mora en la noche; para aquel que se ha adentrado en la noche y conoce las profundidades de la noche,
el alcohol es la luz.
El que su cuerpo se vuelva transparente, y el que esta transparencia le permita mirar el otro lado de la noche,
es obra exclusiva del alcohol.

jueves, 6 de noviembre de 2014

PAUL CELAN (RUMANIA-FRANCIA,1920-1970)



Una hoja sin árbol
                                            

  Una hoja, sin arbol
                                          para Bertold Brecht:




¿Qué tiempo es éste
en el que una conversación
es casi un crimen
porque incluye
tantas cosas explícitas?




De "Parte de nieve" 1971-Versión de José Ángel Valente

lunes, 13 de octubre de 2014

HOWARD PHILLIPS LOVECRAFT (U.S.A 1890 - 1937)


XVII


Un recuerdo



Había llanuras extensas y mesetas pétreas
casi sin fronteras en la noche estrellada,
con campamentos de forasteros que alumbraban apenas
peludos rebaños con campanillas sonoras.
Al sur, distante, la llanura aumentaba y bajaba
hacia un oscuro ,zigzagueante paredón,
como una inmensa boa de algún día primigenio,
congelado y hecho piedra por el tiempo sin orillas.
Me estremecí extrañamente en el aire frío y adelgazado,
y me pregunté dónde estaba y cómo había llegado,
cuando una forma camuflada contra el brillo de una fogata
se irguió y aproximó, llamándome por mi nombre.
Mirando fijamente ese rostro muerto bajo su capucha,
abandoné toda esperanza, porque comprendí.




XXII


Azathoth



Por el espacio sin sentido el demonio me transportó,
allende los fulgurantes cúmulos que acota la dimensión,
hasta que ni el tiempo ni la materia se extendían ante mí,
exclusivamente el Caos,sin forma ni lugar.
Allí el Gran Señor de Todas las Cosas susurraba en las tinieblas
lo que había soñado sin poderlo comprender,
en tanto que a su vera murciélagos deformes, ansiosos
revoloteaban en vórtices idiotas cruzados por rayos de luz.
Bailaban demenciales al ritmo quejumbroso y suave
de la flauta agrietada que una garra monstruosa aferraba,
y de la flauta surgían ondas sin objeto, mezcladas al azar,
las que a cada mundo rigen sin final.
"Soy Su Heraldo",dijo el demonio, al tiempo
que el cráneo de su amo golpeaba con desdén.



XXVI


Los familiares



John Watheley vivía a dos kilómetros de la ciudad,
donde las colinas comienzan a agolparse;
nunca pensamos que su ingenio fuera mucho,
al ver la forma en que dejó estropearse su granja.
Solía perder el tiempo con algunos libros raros
que había hallado en el ático de la casa,
hasta que líneas grotescas le cruzaron el rostro,
y la gente dijo no gustar de su aspecto.
Cuando comenzó a soltar esos aullidos de noche concluimos
que era mejor encerrarlo para evitar cualquier daño,
así que tres hombres del asilo de Aylesbury
fueron por él, pero regresaron solos y aterrados, porque
lo hallaron hablando con dos criaturas en cuclillas
que al escuchar los pasos se fueron volando con grandes alas negras.


de Hongos de Yuggoth, Díada de Editorial Del Nuevo Extremo, Buenos Aires, 2014.
Traducción, introducción y notas del poeta Luis Benítez (Buenos Aires,1956)





miércoles, 9 de julio de 2014

LA EXPLICACIÓN DE LAS METÁFORAS



Lejos del tiempo, del espacio, un hombre está extraviado
Delgado como un pelo, vasto como la aurora,
Las narices espumantes, ambos ojos trastornados,
Y las manos adelante para tantear el decorado

-Por lo demás inexistente. Pero cuál es,se dirá
El significado de esta  metáfora:
"Delgado como un pelo,vasto como la aurora"
¿Y por qué esas narices fuera de las tres dimensiones?

Si hablo del tiempo, es porque aún no es,
Si hablo de un lugar, es porque ha desaparecido,
Si hablo de un hombre, pronto estará muerto,
Si hablo del tiempo, es porque ya no es,
Si hablo del espacio, un dios viene a destruirlo
Si hablo de los años, es por aniquilar,
Si escucho el silencio, un dios vuelve a mugir en él
Y sus gritos repetidos no hacen sino dañarme.

Pues esos dioses son demonios; reptan en el espacio,
Delgados como un pelo ,vastos como la aurora,
Las narices espumantes, la baba en la cara,
Y las manos adelante para coger un decorado

-Por lo demás inexistente.Pero cuál es,se dirá

El significado de esta metáfora :
"Delgados como un pelo, vastos como la aurora"
¿Y por qué esas narices fuera de las tres dimensiones?

Si hablo de los dioses, es porque cubren el mar
Con su peso infinito, con su vuelo inmoirtal,
Si hablo de los dioses, es porque frecuentan los aires,
Si hablo de los dioses, es porque son perpetuos.

Si hablo de los dioses, es porque viven bajo tierra.
Insuflando en el suelo su aliento vivaz,
Si hablo de los dioses, es porque cobijan el hierro,
Amontonando el carbón, destilando el cinabrio.

¿Son dioses o demonios? Colman el tiempo,
Delgados como un pelo, vastos como la aurora,
El esmalte de los ojos quebrados, las narices espumantes,
Y las manos adelante para coger el decorado
-Por lo demás inexistente. Pero cuál es, se dirá
El significado de esta metáfora :
"Delgado como un pelo, vasto como la aurora"
¿Y por qué esas dos manos fuera de las tres dimensiones?

Sí, son demonios. Uno baja, el otro sube.
A cada noche su día, a cada monte su valle,
A cada día su noche, a cada árbol su sombra,
A cada ser su No, a cada bien su mal,

Sí,son reflejos, imágenes negativas,
Se agitan a manera de la inmovilidad,
Arrojando en la nada su multitud activa
Y componiendo un duplicado a toda verdad.

Pero ni Dios ni demonio el hombre se ha extraviado,
Delgado como un pelo, vasto como la aurora,
Las narices espumantes,ambos ojos trastornados,
Y las manos adelante para tantear un decorado

- Por lo demás inexistente.Es que está extraviado ;
No es bastante delgado, no es bastante vasto :
Demasiados músculos torcidos, demasiada saliva gastada.
La calma volverá cuando verá el Templo
De su forma asegurar su propia eternidad.

Raymond Quenau (Francia,1903 - 1976) Traducción de Javier Sologuren

viernes, 23 de mayo de 2014

IRVING LAYTON ( RUMANIA,1912 - CANADÁ ,2006)



EL BECERRO


Casi no se tenía en pie. Pero incluso separado
de la madre y los olores del establo
conseguía sorprender con su orgullo,
con la promesa de soberanía en la forma
en que su cabeza se movía para atraernos.
La vigorosa luz del sol que arrancaba el maíz del suelo
lamía sus lomos bien formados.
Demasiado joven para tanto orgullo.
Pensé en el destronado Ricardo II.

«Los becerros no dan dinero», había dicho Freeman.
El clérigo que nos visitaba le frotó el hocico
que aún resopla patéticamente en este día sin viento.
«Una pena», se lamentó.
Se deslizó mi mirada desde su sombrero hacia el cielo vacío
que rodeaba al negro corrillo de hombres,
a nosotros y al becerro que esperaba el primer revés.

Tras el golpe,
el becerro dobló las patas enjutas
como si tomara fuerzas para un ímpetu desatinado...
se tambaleó... levantó hacia nosotros los ojos oscurecidos,
y comprobé que éramos el objeto
de su mirar aterrado, cada vez más pequeños,
hasta que fuimos tan sólo el mazo ponderoso
que rozó su oreja sangrante
y que le tumbó de costado, rígido,
como un bloque de madera.

Bajo la cima de la colina
el río bufaba en la improvisada playa.
Cavamos un hoyo profundo y tiramos allí al becerro muerto.
Hizo un sonido mojado, un borboteo sepulcral,
cuando se hincharon y aplanaron sus cálidas ijadas.
Ya colocado, el animal parecía dormido,
una pata delantera sobre la otra,
desprovisto de su orgullo y tan bello ahora,
sin movimiento, totalmente quieto en el hoyo fresco.
Me di la vuelta y rompí a llorar.

viernes, 21 de marzo de 2014

MANUEL SCORZA (LIMA, 1928 - 1983)

 

Epístola de los poetas que vendrán




Tal vez mañana los poetas pregunten
por qué no celebramos la gracia de las muchachas;
tal vez mañana los poetas pregunten
por qué nuestros poemas
eran largas avenidas
por donde venía la ardiente cólera.
Yo respondo:
por todas partes oíamos el llanto,
por todas partes nos sitiaba un muro de olas negras.
¿Iba a ser la Poesía
una solitaria columna de rocío?
Tenía que ser un relámpago perpetuo.

Mientras alguien padezca,
la rosa no podrá ser bella;
mientras alguien mire el pan con envidia,
el trigo no podrá dormir;
mientras llueva sobre el pecho de los mendigos,
mi corazón no sonreirá.

Matad la tristeza, poetas.
Matemos a la tristeza con un palo.
No digáis el romance de los lirios.
Hay cosas más altas
que llorar amores perdidos:
el rumor de un pueblo que despierta
¡es más bello que el rocío!
El metal resplandeciente de su cólera
¡es más bello que la espuma!
Un Hombre Libre
¡es más puro que el diamante!

El poeta libertará el fuego
de su cárcel de ceniza.
El poeta encenderá la hoguera
donde se queme este mundo sombrío.