lunes, 13 de octubre de 2014

HOWARD PHILLIPS LOVECRAFT (U.S.A 1890 - 1937)


XVII


Un recuerdo



Había llanuras extensas y mesetas pétreas
casi sin fronteras en la noche estrellada,
con campamentos de forasteros que alumbraban apenas
peludos rebaños con campanillas sonoras.
Al sur, distante, la llanura aumentaba y bajaba
hacia un oscuro ,zigzagueante paredón,
como una inmensa boa de algún día primigenio,
congelado y hecho piedra por el tiempo sin orillas.
Me estremecí extrañamente en el aire frío y adelgazado,
y me pregunté dónde estaba y cómo había llegado,
cuando una forma camuflada contra el brillo de una fogata
se irguió y aproximó, llamándome por mi nombre.
Mirando fijamente ese rostro muerto bajo su capucha,
abandoné toda esperanza, porque comprendí.




XXII


Azathoth



Por el espacio sin sentido el demonio me transportó,
allende los fulgurantes cúmulos que acota la dimensión,
hasta que ni el tiempo ni la materia se extendían ante mí,
exclusivamente el Caos,sin forma ni lugar.
Allí el Gran Señor de Todas las Cosas susurraba en las tinieblas
lo que había soñado sin poderlo comprender,
en tanto que a su vera murciélagos deformes, ansiosos
revoloteaban en vórtices idiotas cruzados por rayos de luz.
Bailaban demenciales al ritmo quejumbroso y suave
de la flauta agrietada que una garra monstruosa aferraba,
y de la flauta surgían ondas sin objeto, mezcladas al azar,
las que a cada mundo rigen sin final.
"Soy Su Heraldo",dijo el demonio, al tiempo
que el cráneo de su amo golpeaba con desdén.



XXVI


Los familiares



John Watheley vivía a dos kilómetros de la ciudad,
donde las colinas comienzan a agolparse;
nunca pensamos que su ingenio fuera mucho,
al ver la forma en que dejó estropearse su granja.
Solía perder el tiempo con algunos libros raros
que había hallado en el ático de la casa,
hasta que líneas grotescas le cruzaron el rostro,
y la gente dijo no gustar de su aspecto.
Cuando comenzó a soltar esos aullidos de noche concluimos
que era mejor encerrarlo para evitar cualquier daño,
así que tres hombres del asilo de Aylesbury
fueron por él, pero regresaron solos y aterrados, porque
lo hallaron hablando con dos criaturas en cuclillas
que al escuchar los pasos se fueron volando con grandes alas negras.


de Hongos de Yuggoth, Díada de Editorial Del Nuevo Extremo, Buenos Aires, 2014.
Traducción, introducción y notas del poeta Luis Benítez (Buenos Aires,1956)





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