miércoles, 3 de febrero de 2016

ADRIENNE RICH (EE.UU. 1929 -2012 )




V

Este departamento lleno de libros podría partirse en dos
bajo las mandíbulas gruesas y los ojos saltones
de los monstruos : una vez que abrís un libro,tenés que enfrentar
el lado oscuro de todo lo que amaste -
el estante y las pinzas,listos;la mordaza
con la que hasta las mejores voces tuvieron que mascullar,
el silencio que entierra la arena del desierto
a los niños no deseados - mujeres,desviados,testigos.
Kenneth me cuenta que ordenó los libros de modo
que mientras escribe puede ver a Blake y a Kafka;
sí,y todavía hay que ajustar cuentas con Swift,
que aborrece la carne de las mujeres pero les alaba la mente,
con el terror de Goethe por las Madres,con Claudel vilipendiando a Gide
y con los fantasmas - sus manos entrelazadas por siglos-
de las artistas que murieron en el parto,de las sabias calcinadas en la hoguera,
siglos de libros sin escribir,apilándose detrás de estos estantes;
y todavía nos tenemos que quedar mirando la ausencia
de los hombres que no debieron,y de las mujeres que no pudieron,
hablarle
a nuestra vida - este hoyo sin excavar
llamado civilización,este acto de traducción,este medio-mundo.


VII

¿Qué clase de monstruo convertiría su vida en palabras?
¿De qué expiación se trata?
- y sin embargo,escribiendo palabras así,yo también vivo.
¿Es como la señal que aúlla el carcayú,
esa cantata modulada de lo salvaje?
¿O cuando lejos de vos,trato de crearte con palabras,
te uso nada más,como se usa un río o una guerra?
¿para escaparme escribiendo de la peor de las cosas -
no de los crímenes de los otros,ni siquiera de la propia muerte,
sino del error de querer la libertad con suficiente pasión como para que
los olmos apestados,los ríos enfermos y las masacres parecieran
meros emblemas de esa profanación de nosotros mismos?


IX


Hoy tu silencio es un estanque donde viven cosas ahogadas,
cosas que quiero ver salir chorreando y secarse al sol.
No es mi cara la que veo,sino otras caras;
también la tuya,a otra edad.
Lo que sea que esté extraviado ahí,las dos lo necesitamos -
un reloj de oro antiguo,un registro de temperatura que el agua borró,
una llave...Hasta el barro y las piedritas del fondo
merecen su cuota de reconocimiento.Me asusta este silencio,
esta vida sin articular.Estoy esperando
un viento que abra suavemente los pliegues de estas aguas
de una vez y me muestre lo que puedo hacer
por vos,que muchas veces le pusiste nombre
a lo innombrable para los otros,incluso para mí.


de VEINTIÚN POEMAS DE AMOR - Versiones de Sandra Toro - Postales Japonesas Editora,Córdoba,2015.

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