domingo, 9 de mayo de 2010

FERNANDO ROSENBERG (BUENOS AIRES,1965)





Todos ángeles


Son múltiples las formas que adopta
la mañana,ningún fiel reflejo
de la noche pasada.En un bar,
reparo ante un extremo
de la ciudad,nos acodamos 
en mesas separadas,un hombre
cano,una mujer de pelo lacio largo
y vestido tenue,estrecho,yo,una pareja
de ancianos.Ahora ya nos hemos instalado
pero al llegar,temprano,el bar
estaba todavía cerrado
y aguardamos afuera.Hay un tren que no ha salido
todavía: en múltiples recodos de la estación
bajo luces inciertas y caras moldeadas de ángeles
con alas,alguna gente espera.Cada cual
-necesario o no para el sostén del mundo-
confecciona un resumen,
trabaja en lo que puede.



Punto límite




Vi,parado en esa esquina,en paredes,
baldosas,en las caras de la gente,
los fogonazos sucesivos de las luces
al apagarse.Los comercios
súbitamente revelaban
artificiosidad,la débil conjunción
de impulsos disgregados que a
cierta hora prefijada
sobre el sinuoso límite del día
se desbarrancan.
Fue sólo media hora,pero todo
pareció intersectarse
como si en el momento en que algo
terminara cayendo
el hecho de coincidir fuera
importante.


Pinball



Para disimular su alto grado de abstracción
o de simple capricho,
-facilitar su acceso a un público masivo-
suelen adornarlas con representaciones
pasajeras,formas variadas de la moda
más algún estribillo conocido:una serie
o película de éxito,un grupo musical,
cosas sin relación con esa máquina
que mantiene sus leyes a lo largo
de los años,y soporta
los artificios.Como un fantasma algo molesto
que nadie sabe cómo erradicar y entonces
lo visten de invitado principal
así,la perfecta bola de metal
rueda detrás del vidrio,ajena,indiferente
al capricho especial que esgrime cada máquina
tanto como al deseo de quién
para tenerla
un instante más a la vista y en acción
pulsa frenéticamete los botones.


de,La casa de los vivos,Libros de Tierra Firme,Buenos Aires,1993








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